martes, 30 de enero de 2018

Imbeciles

Imbéciles. Creen que tienen una idea clara de lo que es el amor. El amor flota.
Inmaduros. No saben que es el amor. Usted es un imbécil, al igual que yo. Y todos. No hay salida, no hay solución simple. Imposible que haya una definición de constructo conclusa. Quédese filosofando, o como se diga, la noche, da igual. Filosofía silvestre, barata, de poca monta. De la vida, la noche, la muerte, el sentido de la vida (JAJAJAJA) ETC.
 Otra vez va a quedarse enmarañado en la laguna de pensamientos. Intentando arreglarlo, fumando, no, tomando, pero así no cambia, así no pasa nada. Ni siquiera va a llorar, ya no puede llorar. Yo no puedo. Algunas personas tratan de controlar todas las variables de su vida.
 Hay quietud, mucha quietud. Mucha ineptitud, el cosmos no se merece eso. Tu calma, la mía, asquea. Me asquea.
La marea lo va a llevar, me va a llevar, sigue en la pelea hace demasiado tiempo, aunque no se haya movido ni medio centímetro.
Que se muera mi cuerpo acá, por no llevarme a un lugar mejor. Que los gusanos corrompan mis vasos, mis piernas, mis ojos, mi corazón por no ser útiles. Utilidad. Que la luz del día ilumine lo que solía ser mi envase. No sirve para la búsqueda que mi alma desangrada grita. Que sigan pasando los días, que sigan pasando las vidas. Que me vean, se detengan, me sonrían de costado, con asco y fascinación. Incluso cierta perversión en sus ojos. Riéndose, sorprendiéndose, fascinándose. Por un instante, y se marchen. Que me declaren amor, me besen y se vayan. Vuelen con el viento y al instante ni se molesten en saludar. Que ya no exista porque me olvidaron y la existencia se defina solo en tanto los demás nos perciben y recuerden. No me molesta, eso debe ser vida. Búsqueda y perdida. No sé qué otra cosa puede ser. Aunque sea un cuerpo muerto. ¿ Y en qué quedamos?
Ah, sí, en que el amor flota. En su inmadurez, en que no saben que es el amor. Quizás saben, o no. Da igual, no sabemos. Nunca sabremos, si sentiremos. Reiremos, nos iremos. Abrazaremos, nos entregaremos, evadiremos. Moriremos, reviviremos. Nos declararán amor y se irán, amaremos y dudaremos, sin ningún tipo de estabilidad, aunque lo intentemos. Yo me rio porque somos todos unos imbéciles tratando de controlar algo que no se puede controlar muy bien. Por más madurez que haya, hay cosas que siendo demasiado racionalizadas pierden su encanto. Pero podría pensarlo mejor mañana y cambiar de idea… Porque no hay solución o definición simple y cerrada, ya le dije.
Estoy estática, riendo sin mover un solo musculo, nadie puede escucharme reír. Mientras el viejo colchón lleno de olor a humedad me come, me hundo en el y el se nutre de mi cuerpo, de mis proteínas, me come. Me he vuelto uno con el y pronto no tendré conciencia, porque he llegado a su estómago. Tal vez se cumpla eso de que mi cuerpo se muere acá.
Tal vez esté muerta hace tiempo, tal vez solo dormida. Anestesiada. ¿Son los dormidos mucho más felices? Los Ignorantes no saben de estas vicisitudes de la vida, las rutinas los ayudan a ser más felices. Pero para una persona con una vida rutinaria sin capacidad de manejar una rutina esa puede ser una cárcel insostenible… que se sostiene. Morir cuesta y vivir también. Odiarme, amarme. Vomitar y atragantarme. Reír o llorar. Pero tal vez ya no pueda llorar. A no ser por este instante donde estoy dentro del colchón y el me lleva un rato en un paseo de colores que se mezcla con el viento y el asqueroso olor a humedad, ya no puedo llorar. Morfina de la vida que hace que olvides lo que sabes. Vivir como los ignorantes hasta que recordas lo que sabes y lo que no sabes. No sabes que es el amor. No sabes como estudiar, no sabes cantar, no sabes leer, no sabes escribir una hoja seguida sin cambiar de personas o de escenarios.
Tal vez hay cosas inevitables. Como llorar. Tal vez ahora si pueda llorar, mientras viajo y sale el sol, sin moverme del colchón, puedo llorar sin que se caiga de mis ojos ni una gota de dihidruro de oxígeno mientras mis ojos se desgarran.
Le dije, los imbéciles e inmaduros somos nosotros. Usted, yo, aquel, el que cree que es vivir y amar y sufrir y planificar y vive sin cuestionarse eso. Sin saber que llora sin llorar y a veces ríe sin reír.

Puedo mirar anestesiada, sin movimiento, con los ojos bien abiertos todo, predispuesta a buscar la inyección que reanime los tejidos que siguen pudriéndose y conteniendo el alma que sangra sobre estas letras. Mis palabras son mi alma y se las puedo dar a usted por un rato, ya podrá crearse más. Ya puedo liberarme de esto e intentar romper el vidrio otra vez.

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