Vuelvo a mi condición, no puedo
resignar quien soy. Me abrazan fuegos de
amor que no quiero que se vayan nunca, me abrasan. Me hacen sentir que
cualquier predicamento es efímero sin importancia. Hay aire.
Después vuelvo a mí, me veo. Me
pesa respirar. Dos figuras me asfixian. De amor. Morir de amor es eso, que te
asfixien. Soy una criatura, un bebe, me
sostienen para que no vaya a caer pero me sostienen con cadenas tan fuertes que
me lastiman las muñecas. Ese es mi pasar. Llego a preguntarme quien soy. Me veo
al espejo y veo solo una sombra negra. La sombra se distorsiona. Es un
monstruo. Me da mucho miedo… más que cualquier otra cosa. Tengo nauseas, muchas
nauseas. No quiero verte más criatura oscura, ¿¡que hicieron con esa criatura niña
dulce y deseante!?… ¿qué es lo que desea? Muero y revivo. Cada paso es incertidumbre para
el monstruo del laberinto. Me resuenan mil palabras porque las creo ciertas. No
porque sea el dueño del laberinto significa que lo conozca. Espero a los
visitantes, a los que me acobijaron, me cuidan, me alimentan… pero… ellos me
tienen miedo. Yo… por el contrario, los quiero. Pero los espanto. Porque al
verlos salto de emoción incontrolable… ellos me tienen miedo, me dicen monstruo,
que los voy a devorar, y si… quizás suceda. Es una dialéctica de amor y dolor
donde los queremos pero no nos entendemos, hablan hebreo, yo latin… estamos
atorados en una relación algo torturante. Familia le dicen… al monstruo.
Pero no… no con el fuego… con él se va mi
decadencia, con el puedo reír, me abrasa en besos de fuego que me consumen de
felicidad, y no quiero que se apague, por eso yo lo alimento. El no me ve como
el monstruo, y no quiero ser el monstruo con él. Creo que me hace ser así
porque él es como yo, que nos ven mal… la gente pretende demasiado de todos los
seres y criaturas… sino lo cumplís sos un monstruo. Todos somos algo de eso,
monstruos, y tenemos nuestros laberintos, pero con el esa forma se va… soy la
criatura niña otra vez.
Sera por eso que con la mayoría no soy ni una
ni la otra… me protejo… no quiero atacar… poco a poco empiezo a dar mi luz,
porque cuando la luz se refleja en otros seres y ellos te la dan de vuelta se
vuelve mas brillante hermosa y reconfortante. Doy mi calidez y mi amor… pero en
pedazos. Excepto con el… con el me entrego… a el no lo lastimo… y si lo hiciera
moriría, apagar el fuego significaría mi muerte y que ya nada queda en mi… Es
un ser tan diferente y tan parecido a mi que creo en esa parte de inocente
criatura que tengo y que el mundo se empeña en desgastar y explotar a fuerza de
desengaños que realmente el vino para ya no hacerme sentir esa figura que a veces veo reflejada en el
espejo… porque ahora yo soy el, el es yo…